“Yo tenía 16 años y, como muchos músicos adolescentes, quería ser Jimi Hendrix, pero un día me dejaron a solas con Fuente y caudal y ya solo quise ser Paco de Lucía. No sé que suerte de transformación provocó en mi oír esa guitarra misteriosa, emocionante, electrizante y modernísima que me hizo ver que ahí mismo, a mi vera, tenía una de las músicas más espléndidas y sobrecogedoras del planeta. Me enseñó el flamenco como un mago que saca de la chistera la maravilla de las maravillas, dejándome con la boca abierta y un brillo de luz y alegría en los ojos…”